Ya está aquí de nuevo el otoño, marco natural que afecta y condiciona nuestras vidas. Atrás quedan los calores del verano, las vacaciones, el descanso, la luminosidad de los días. Es como si la naturaleza se hubiese cansado y ahora nos dijese que ya está bien, que llegan tiempos de lluvia y poca luz, de trabajos y desvelos, porque todo es necesario, porque hay un tiempo para cada cosa, porque la vida misma fluye más allá de nuestros deseos o expectativas.
El inicio de un nuevo curso coincide con la entrada del otoño. Por eso el otoño es también un tiempo para nuevos proyectos y nuevas ilusiones, para hacer planes y ponernos ya manos a la obra. La naturaleza “hermana y madre” se transforma como queriendo invitarnos al recogimiento, a que hagamos hogar. Pero no nos engañemos, aunque parezca lo contrario la naturaleza, que ahora parece mortecina, en realidad se repliega sobre sí misma para reengendrarse de nuevo, para soñar nuevas y floridas primaveras. No lo dudes, aunque tú puedas estar viviendo en tu interior un tiempo de otoño recuerda que en ti está germinando algo mejor. Dios está en las entrañas de la vida, Dios está en ti: ¡descubre su rastro en la naturaleza, búscale dentro de ti! |