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Desde los comienzos de la Orden, Francisco de Asís comprendió que no habíamos sido llamados para nuestra propia salvación sino para recorrer los caminos y anunciar a Cristo, pobre y crucificado.
Esta misión nos es encomendada a través de la Iglesia, que nos coloca de modo acorde a cada tiempo y lugar. Tenemos obras propias -colegios, albergues, ...- al servicio de la Iglesia y otras obras de la iglesia -parroquias,...- que acogemos como servicio a cada hombre y mujer que Dios pone en nuestro camino
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